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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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05-12-2015

 

Argentina: del centro-derecha a la derecha

 

 

 

 

SURda

Opinión

Argentina

Guillermo Almeyra



El gobierno kirchnerista de centro derecha, en manos de aventureros clasemedieros que temían a su propia base y representaban a una polvareda de PYMES y empresas medias nacionales, construyó su propia derrota con ahínco y condujo a un gobierno de la derecha peronista formado por un conjunto de gerentes de grandes empresas y bancos que representa a las transnacionales, al capital financiero internacional, a los terratenientes y soyeros como el gerente de la Coca Cola, Vicente Fox. Su electorado es conservador, como lo es también el del kirchnerismo, y está compuesto por un puñado de ultrareaccionarios oligárquicos revanchistas y por una masa de gente dispersa que quiso castigar al kirchnerismo pero no es proimperialista. El país está dividido electoralmente en dos mitades, pero eso no sucede socialmente y los votos de la derecha son volátiles.

Resumamos: en la primera vuelta votó el 81.23 por ciento de los empadronados y en la segunda, el 80.59 por ciento. Las abstenciones fueron pues escasísimas. El voto en blanco –muy bajo ya en la primera vuelta pues llegó a 664.739 votos o sea el 2,55 por ciento- se redujo en la segunda vuelta a 305.229, es decir, el 1,19 por ciento, a pesar de la campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) por un millón de votos en blanco. El candidato oficialista Daniel Scioli tuvo en la segunda vuelta el 48,60 de los sufragios con 12 198.441 votos -3.5 millones más que en la primera. Cristina Fernández en el 2011 obtuvo el 54 por ciento. El gobierno, por lo tanto, perdió en cuatro años más de cinco puntos. Además, Scioli no logró un voto de esperanza ni de confianza sino un voto contra Macri. Entre esos 3,5 millones de votos más que ganó en el ballotage por temor a Macri, muchos habían votado por el FIT. Éste logró casi un millón de votos para diputados pero los votos en blanco apenas superan 305 mil que, por supuesto, no colman los más de 600 mil votos de diferencia entre Scioli y Macri.

La responsabilidad del desastre del candidato gubernamental no se debe, por lo tanto, al voto en blanco o al FIT sino al desprestigio del gobierno de Cristina Fernández, con su corrupción, su soberbia, su prepotencia, sus mentiras constantes y sus medidas derechistas que llevaron hacia Mauricio Macri millones de votos de protesta.

Estos no provienen sólo de las clases medias sino también de vastos sectores de trabajadores del campo y de las ciudades como lo prueba el simple hecho de que el país se dividió electoralmente por mitades.

Tanto Néstor Kirchner como Cristina, Scioli o Macri fueron políticos menemistas, neoliberales que aceptaban las “relaciones carnales” (según decía el canciller de Menem) con Estados Unidos como algo normal. Macri y Scioli, ambos peronistas de derecha, menemistas, amigos y empresarios comparten los mismos valores. Los Kirchner, como Perón, hicieron todo lo posible para desorganizar a los trabajadores, someterlos al Estado, hacerlos depender de su liderazgo, despolitizarlos, desmovilizarlos, reprimirlos cuando escapaban en algo al control estatal. También al igual que Perón convirtieron la defensa del capital y de la burguesía nacional fomentada por el Estado en el eje de su política, financiaron con fondos públicos las ganancias de las empresas transnacionales “para mantener el empleo” en vez de expropiarlas, promovieron filósofos que negaban la lucha de clases y una visión de la historia derechista.

Los asesinatos de activistas por la policía, la ley antiterrorista presentada por el kirchnerismo, la ley antipiquetes que propuso Scioli, la aceptación de la jurisdicción estadounidense en caso de controversias en la deuda o en la explotación petrolera abonaron el terreno para al populismo de derecha macrista y en la Capital Federal el kirchnerismo votó con Macri en más del 70 por ciento de los proyectos. ¿Cómo gritar ahora “¡al lobo!” cuando ese lobo macrista sale del criadero peronista?

La esperanza del FIT de canalizar la crisis capitalista con una política meramente electoral con el pobre argumento de que ambos candidatos eran iguales llevó a la pasividad. Ahora, cuando es necesario salir del terreno institucional y movilizar, organizar la resistencia como hicieron valientemente los trabajadores de La Nación con su protesta colectiva contra el editorial revanchista escrito por sus patrones, ni el kirchnerismo ni el FIT proponen nada y Scioli declara “Macri va a encontrar en mí una persona solidaria y propositiva”. La situación es grave pero no seria, decía un humorista italiano frente a Berlusconi, el Macri peninsular…

Los muros de Buenos Aires dicen “si no nos dejan soñar, les impediremos dormir”. Ante cada medida o propuesta reaccionaria lo primero es oponerle una alternativa favorable a los trabajadores. Hay que organizar la resistencia a la devaluación, los aumentos por supresión de subsidios estatales a los servicios, las medidas proimperialistas, como el ataque contra Venezuela o la orientación hacia el Acuerdo del Pacífico. Cada funcionario con trayectoria reaccionaria puede ser boicoteado, las suspensiones o los despidos pueden ser resistidos con ocupaciones y es posible crear Comités de Resistencia Popular en cada barrio. El kirchnerismo es indefendible pero las conquistas logradas durante los gobiernos kirchneristas bajo la presión popular deben ser defendidas con uñas y dientes. Scioli y la dirección kirchnerista colaborarán con Macri porque temen la protesta social. El único modo de romper el conservadurismo que llevó al 95 por ciento de los argentinos a optar en las urnas por dos candidatos capitalistas es desarrollar la iniciativa y la acción en defensa de las conquistas, difundir un programa de transformaciones y cambio anticapitalista en la perspectiva de una Asamblea Constituyente que reorganice el país y hacer un balance de los errores cometidos por el FIT y por los sectores combativos en las elecciones.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/11/29/opinion/022a1pol


 

 
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